A quién quema Aquem?

¿Y qué más puedo desear de este mundo si tú no estás aquí?

¿Cómo bautizarlo si ahora me parece un aborto del destino?

Patético...es lo único que soy, lo único que veo y siento.

Patético es que no te des cuenta de mi alma pisoteada.

Patético que yo siga soñándote con locura y tu olvidándome con placer...

Como desencadenado en una lujuria inalcanzable…

Elixir más maldito que tú no podría existir...

Soy dependiente ¿Y Qué?

No quedaba de otra...

Pero, no debo llorar... mi única motivación para seguir adelante está en estas hojas repletas de borrosos poemas...

Cuento las notas que pasan por mis cielos resplandecientes, esperando la redención que otorga el ocaso a las almas vagabundas.

Siento la pureza del ámbar acariciando mis labios, mi rostro, cegando mi vista…

Es una sensación efímera, pero esa brevedad produce una alegría que el olvido selénico borra por las noches, trayendo incertidumbre a mi ser.

Cierro los ojos e imagino que me estás llamando…

Perturbación de erotismo pasivo, extraño síndrome padezco, me veo palidecer entre tus ojos ausentes.

Pero con esperanza acaricio las nubes esperando su regreso a mis horizontes.

Destruye mi apatía, quema mis miedos y deslumbra a la tristeza...

Oh, dulce Luria muero aterradoramente entre tus pasos...

Tus pasos inverecundos que alejas para mi agonía bífida y socarrona.
Esos que deslizas, entre mis miradas y mis manos exangües, sin tropezar.
Hay un rigor mortis que se encamina hacia mí como electricidad enhiesta.

 Me voy para la guerra.

Despiadadamente tuyo

 

Aquem


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