jueves, 27 de noviembre de 2008

Cuento IV parte II

Con el viento...

Desde aquel momento en que pereció mi humanidad,
vi la vida como nunca la había visto antes.
La noche era hermosa y sin ninguna estrella en el firmamento.
La suavidad y frescura de la brisa eran tan serenas.
Acostada en aquella manta sobre el suelo, cerca de la ventana, me
sentía tan...en paz.
Viendo el preciosísimo cielo
y sintiendo el viento dulce en mi piel
aún desnuda y carmesí,
vi el mundo como jamás antes lo había visto.
Sin prisa...
He de haber permanecido así mucho tiempo,
pues cuando decidí levantarme sentí en mi piel
completamente seco el líquido carmín de vida
que brotaba antes con tanto ahínco.
Sentí un leve mareo,
supongo que por la sangre perdida.
Me sostuve del diván junto a mí... Miré hacia todos los rincones de aquel sitio
buscando mis ropas, me vestí y salí al jardín...
Nunca lo había visto tan bello,
tan lleno de vida,
tan brillante...
La oscuridad latía refulgurando pasión
latía desprendiendo .

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuento IV

Con el viento...
-Es verdad, está bien si no lo deseas-. Y se alejó de la ventana. La luna acariciaba su blanca y pura piel. Sus rizos rubios y largos se movían al compás del viento. Parecía que cantaba una dulce melodía. Sin voz. Y yo, con el corazón latiendo como a punto de estallar, me acerqué a él. Aquella mirada melancólica y derrotada, su rostro pálido e inocente, su suave piel, la grácil figura apoyada descuidadamente en el alféizar. Todo en él me excitaba. Todo ÉL me excitaba. A veces me preguntaba a mí misma cómo podía amarle tanto.
Mi pequeña mano acarició su suave y bello rostro. Él, sabiendo lo perturbada que estaba, acercó su rostro al mío y con un movimiento rápido y al mismo tiempo sutil pegó sus labios dulces a los míos, inexpertos y asustados.
Fue una eternidad. Una eternidad maravillosa e inquietante. También perturbadora puesto que ya imaginaba la razón por la que él me seducía. Él...me deseaba. Y yo a él, aunque no estuviera dispuesta a sacrificar lo que él me pedía. Fue una sensación demasiado confusa. Yo quería satisfacerlo pero no. No como él quería.
Había imaginado muchas noches esta escena. Lo que diríamos, la forma en que nos acercaríamos, pero no había sucedido así. No había sido el cuento de hadas que formé en mi mente torpe y simple. Hasta nos habíamos peleado unos minutos antes.
Y sin embargo, disfruté ese instante eterno en su boca deliciosa.
Eterno...es una palabra muy fuerte.
Lo que sucedió esa noche, ha sucedido en la vida de miles de personas. A solas con la persona que amas, con la logicidad suicida, con la excitación desbordante, la satisfacción inconclusa...todo se mezcló con la sangre esa noche.
Fue el inicio del fin. Mi mente pereció en el mismo momento en que sentí mi propia sangre correr por mi pecho desnudo. Sentí todo el horror de una violación. Aún cuando no lo fuera. Él se había deleitado con mi dolor y me abandonó en cuanto estuvo saciado su odio maldito..