Con el viento...
Me encuentro solo en la oscuridad...otra vez. No sé donde me encuentro. Al menos, mi pecho ya no está abierto. Tampoco estoy atado y la navaja ya no se halla en mí...¿Qué? ¿Qué es lo que sucede?
La estancia se siente húmeda, fría, pesada...
Mis pies desnudos se mojan con un líquido extraño...está como vizcoso.
Camino con cuidado, palpando las paredes buscando algo que encienda la luz. Ya...aquí está.
-¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Dónde está ese desgraciado? ¿Dónde...?-.
-¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh!!!!!!!!-.
¿Qué...? Un terror como nunca me invade...el bastardo está en el suelo acostado pero...
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ahahahahahahahahahahahaaaaaaaaaa!!!!!!!!!-.
¡¡¡¡¡¡Pateo el cuerpo yerto con tanta pasión!!!!!!
La alegría me invade o será que...
-¡¡¡¡¡¡¡Ahahahahahahahahahahahaaaaaaaaaa, ahahahahahahahahahahahaaaaaaaaaa, ahahahahahahahahahahahaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!-.
-No sé que sucedió pero yo me encuentro perfectamente...es más creo que podría divertirme un rato con él, ¿no te parece, Anna?-.
Enseguida, se abre la única puerta en toda la habitación y aparece una bellísima mujer de cabellos largos y un delicioso y voluptuoso cuerpo en el que tantas veces me había deleitado.
-Claro. Eso es completamente comprensible después de haberte hecho "sufrir" de esa cruel manera.- Dice todo esto con esa dulzura que la caracteriza y con una tierna sonrisa de niña que me hace sentir un perverso.
-Jajajaja, sólo porque tu me lo pides lo haré sin titubeos-.
Y con un gesto fatal me acerqué al convulsivo bulto que hasta hace unos segundos permanecía inmóvil en la duela. Le asesté un sólo golpe en la entrepierna...siempre me ha gustado comenzar así. Quedó entumecido y con una cara que...jajajaja hasta era patético verle.
Me acerqué a mi Annita y la besé con el ardor que este tipo de ocasiones me provocaba...bueno, creo que no soy el único que se excita embelesado cuando la realidad reemplaza a una apasionante fantasía.
La dejé suspirando y rogando por continuar pero yo necesitaba al moribundo. Tomé un destornillador de la mesa y lo clavé sin tapujos en la entrepierna de tan gracioso personaje. Hubieran escuchado los gritos, visto su rostro desecho por el pánico y el terror y sentido ese escalofrío recorriendo tu propio cuerpo sobreexcitado.
Así pasaron cuatro emotivas, estremecedoras y maravillosas horas. Y terminaron porque mi exprimido cuerpo ya no daba para ningún delicioso instante más.
Finalmente tuve que matar al tipo. Y digo tuve porque si por mí fuera me lo hubiera llevado a la casa, jajajaja. Fue una muerte rápida. Decapitación.
Mi nena y yo limpiamos todo y nos fuimos a casa de los padres de mi novia pues hoy iban a conocer a su futuro yerno. Esa noche le propuse matrimonio a Anna.
Creo que seremos muy felices. Siempre nos dicen que hacemos una magnífica pareja.
¿No lo crees?