Hay pláticas que deberían poder morirse en los labios, que no están hechas para ser discutidas.
Cinco años las vuelven desierto desecho en orgasmos, besos, deseo y final.
Cinco años las añejan con dejos de tristeza, las muerden intentando capturarlas por más tiempo.
Son los mismos años que mi voz se calla ante tu nombre y tus hechos, y ante mi nítido contratiempo.
Porque existen pláticas que duelen pero también hay las que sangran.
Me sangras en los labios aunque mi rostro perfecto y libre reta todo lo que dices.
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