sábado, 8 de mayo de 2010

Un poco más de mí le haría daño al mundo...

¿Acaso no es maravilloso embriagarse de tanta oscuridad?

Caminando tuve miedo de tanta luz, de tantos sonidos, de tan pocas estrellas, de tan corto cielo, de tanta compulsión y de los tan obstinados silencios.
Tuve miedo al sentirme tan vulnerable esa tarde.
¿Por qué eres tan importante? A veces me dueles y necesito distanciarte.
Pánico suprepticio.
Pero... la oscuridad siempre me ha hecho sentir más segura, mucho mejor, mucho más yo en todo sentido.
Definitivo, yo lo que necesito son noches más largas.
De esas que abrazan y destilan alcohol por sus venas.
De esas que se esfuman entre los dedos, como cigarrillos.
De esas que se agotan tenuemente bajo pasos ajenos.
De esas que dan náuseas de tantos sentimientos.
De esas que recriminan constelaciones completitas y bien ordenadas.
De esas que se pierden entre algún árbol gigantesco.
De esas que besan con necesidad.
De esas que sacan ampollas y friccionan el asfalto.
De esas que sólo yo podría disfrutar, sin alas y sudando pasión.

Yo amo la noche porque me hace sentir perdida e indefensa.

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