miércoles, 20 de enero de 2010

Strange day...

En el alma de la tierra...


Los velorios son bonitos después de todo.
Uno se vuelve totalmente sincero y llora si quiere hacerlo, no importando nada más.
Después uno se calma, se relaja y sonríe y se carcajea con las experiencias y relatos sobre Henrys, grupos, tonteras, monos, toqueteadas, etc.
Los ojos se vuelven graciosos y no sirven.
Se echan a perder.
No se puede ver nada.
Esos ojos se transforman y queman.
Y es peor cuando escupen, porque es como lava.
Pero sabes que esa lava, que te deja roja e hinchada la cara, es buena.
Entonces, dibujas con crayolitas una sonrisa algo chuequesita demostrando muchos sentimientos a medias.
Haces algo bueno al dejar que esos ojos groseros escupan en la calle.
Haces correr al dolor.
Entonces se cansa un poco y ya no molesta por un rato.
Aunque es terco.
Pero puedes mandarlo al paseo again.
Y así y así, hasta que se canse mucho mucho o se aburra de lo mismo y ya no vuelva más.

No hay comentarios: