Está lloviendo de un modo extraño
con ascendencia irreverente,
con motivos enfadados,
con astucia callejera.
Un hombre a una pared pegado
se relame en un abrigo, en botas, en paraguas.
Una mujer sentada a la mitad de la vía
se culpa calladamente,
se une a la ciudad en su lamento.
Mil años de lugar se mezclan impunemente;
mil siglos de mentiras se maldicen internamente;
mil toneladas de gritos se deslizan por los cristales.
Y aquí sólo llueve y truena,
aquí sólo tiemblo ante la materia en caída libre;
aquí el planeta y sus ángeles se despiden, casi violenta es la postrimería.
Aquí quedo contigo, solos, muriendo.
Aquí quedas con la vida a la mitad.
Aquí tan sólo llueve sangre...
la tuya.
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