Podés replicarme con un "ya basta" que venga desde lo más profundo de tus vísceras abdominales, silencioso y apocado, mientras la jeta se te descompone en argumentos vacíos acusando a mi era moderna de tus errores.
Podés tratar de intercambiar tu pusilanimidad con mi época vernal; tu revejuda vida hiemalizada, por el candor casi infantil y sosegado de mis días.
Con todo, definitivamente mis argucias han sido más estilizadas que las vuestras.
Quidam siútico y oprobiante.
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