domingo, 4 de abril de 2010

Morí cada noche y resucité a los tres días, por los últimos cuatrocientos cuarenta y tres eones de la actual época del universo sin contar mis antiguos renaceres.



Me siento tan bien.


Hoy no me siento vacía.


Sigo siendo yo, tan sólo un yo diferente.


Yo sé más cosas que un ángel.

No puedo oír los pensamientos de las personas ni reconfortarlas apoyando una mano en sus hombros mortales y cansados.
No puedo oír el canto del paraíso tan sólo cubriendo mis ojos con mis párpados.
No sé entender todos los idiomas de los humanos ni tampoco logro escuchar a las personas sin hablar yo misma.
No me he enamorado de alguien que no puede verme.
No puedo caminar sin dejar mis huellas en la tierra.
No vendí mi armadura a precio de tierra.

Pero he sangrado, llorado y sufrido por muchas situaciones.
He bebido café de madrugada mientras un chico violeta se deshacía en mis labios.
He disfrutado del mar con mi cuerpo dentro de sus aguas.
He tiritado de frío bajo la lluvia y frotado mis manos para calentarme.
Alguna vez corrí tanto que no me dí cuenta en qué momento había dejado de respirar.
Me he desmayado en la calle y he cantado en días nublados.
He llorado en la ducha para que nadie pudiera saberlo.
He mentido descaradamente.
Golpeé gente, paredes y puertas tan sólo para liberar mi furia y decepción.
Pero también consolé personas abrazándolas muy fuerte.

Ningún ángel puede sonreírte escondiéndose tras unas pestañas como yo lo hago.
Ningún ángel sabe lo bien que el viento besa las lágrimas en la playa.
Ningún ángel consigue perderse mirando el cielo azul marino que regala Meríz a los insomnes danicoideos.
Ningún ángel ha descrito una montaña en invierno.
Ningún ángel ha redactado un cuento.
Ningún ángel extraña.
Ningún ángel pone caras en las fotografías ni posa para imágenes invisibles.
Ningún ángel desfallece de placer.
Ningún ángel puede soñarte.
Ningún ángel maldice las coincidencias.
Ningún puto ángel puede amar de la manera sencilla y temerosa en la que yo lo hago.
Ningún ángel piensa lo que yo pienso.

Nosotros vivimos en la punta del iceberg acercándonos corriendo con los brazos extendidos a finisterra.
Por eso la vida es tan bella y tus ojos brillan tanto a la luz del faro con música saxofónica de fondo repicando desde aquel café...

1 comentario:

Orfeo dijo...

Es cierto Danica, sabes más que ellos... con todos esos ejemplos yo podría decir que sabes más y has vivido más que ellos... a ellos nos e les permite mentir, no se les permite llorar, tampoco se les permite caminar por la playa... Muchísimo menos se les permite amar a alguien que no sea su creador... e él eld eben todo, y si han de pecar... nunca se les perdona.

Es ciertro... tu peudes estar muchas veces donde ellos nisiquiera son informados de su encesidad ^^